lunes, 10 de septiembre de 2012

Día 1.


Para proseguir con la serie de catastróficas desdichas que  definen mi vida, un cúmulo de problemas burrocráticos con la unibo y sus cursos de italiano (que daría para otro post) han hecho que mi despedida de Madrid se alargue hasta el punto de que hay personas (véase Lola o Meji) de las que me he despedido hasta el 4 ocasiones. Hoy ya ha sido la última. Y vaya despedida. T4, ocho de la mañana. Yo, acompañada de un hermano resacoso, una madre tiernita y un padre estresado peleo por meter mis 600 gramos de más en una maleta hecha muy por encima de mis posibilidades (económicas y físicas). De repente,  vislumbro a una tipa que es igual que Elena. De hecho, ES Elena. De hecho son mis amigas, que han venido con un montón de globos y carteles para darme el último adiós. Llevan desde las 6 de la mañana y me traen un muffin de chocolate que Ana hizo para mí. Quiero morirme o quererlas mucho y rico. Si odio las despedidas han conseguido que me vaya con una sonrisa y un montón de “happy birhdays” por parte de pasajeros y personal de la T4 que creían que era mi cumpleaños.


Instantes antes de que un globo explotara en el tubito de rayos X


 Como una tonta, con una sonrisa tonta, he montado en el avión. Joder, qué diferencia sin ryanair, podía hasta mover los pies y recostarme. Otro mundo. Ya en Bolonia otra vez. Bus por no pagar taxi y gente ayudándome con el equipaje porque no podía ni levantarlo. Caminata hasta casa por tacaña y chula. Todo con los globos en la mano. Italianos pegajosos acechando desde primera hora. Mala hostia. Llegada a casa y recibimiento por parte de la casera que me ha parecido en el primer momento aún más entrañable que la primera vez. Mi habitación me encanta y me ha dejado sábanas, toallas y mantitas, amén de algún que otro detalle como algo de comida en la cocida y ambientador rico. J Se me ha olvidado pedir el wifi, he subido a que me lo diera (me conecto a su red, que es la vecina de arriba) y nada. No reponse. Le he mandado un sms y más de lo mismo. He entrado en una crisis muy corta porque a falta de internet la cama me ha atrapado hasta las 7:00 de la tarde y he salido a dar una vuelta por la ciudad.



Dos visiones de mi habitación. No está mal ¿no? :) Increiblemente, he desecho la maleta. La soledad es lo que tiene...


 En la piazza magliore hay un mercadillo de libros de arte de esos que te atrapa horas. Aquí los libros son más baratos (ya que tienen muchos menos impuestos) y el ambiente cultural por lo que he podido ver es completamente distinto a España, se promueve una cultura más accesible e integradora. Las librerías están llenas –algunas cierran a las 00:45 ¡entre semana!- y tienen sillones súper cómodos para que te sientes tranquilamente a leer el libro que te apetezca. He estado ojeando uno de los “chicos del 77”, el año de las revueltas estudiantiles por excelencia en Bolonia. Era mezclar Woodstock con Mayo del 68. Alucinante el ambiente que había aquí en esa época. Me he quedado con ganas de saber más y ver si queda algo de esa esencia ahora.
Mi compañera de piso aún no está. Llega mañana, a ver qué tal. A la mañana tengo un examen oral de italiano, idioma del que no sé ni conjugar el verbo ser. Pero la unibo me obliga a hacerlo aún cuando dije que era principiante absoluta. No sólo eso sino que me han metido en el nivel b1 por alguna razón que no alcanzo a comprender. A ver si consigo wifi en algún momento para subir esto. Aún no tengo amigos. Ni colegas. De hecho ni siquiera tengo conocidos. De hecho sólo he hablado con mi casera, la cajera del super y un vagabundo. En mi línea, vaya. Un yonki me ha dado un empujón, pero no era peligroso. Pero, oye, que estoy bien. Hasta he desecho la maleta. Jajajaja ay dios! Rezumo autocompasión y autoengaño. No, en serio. La ciudad me mola. Molaría conocer pipol también. Mañana será otro día. Más y mejor, io spetto.
Beso grande. Bellos vuelos y sonidos esenciales, que diría Mayte Chevere.

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